PILO, DE REGRESO

"Me niego a vivir en el mundo ordinario
como una mujer ordinaria."
                Anais Nin

Ahora que regreso a la casa que fue el laboratorio y taller de tus obras y manualidades, ya no encuentro los lienzos, ni las tijeras o tiras de papel y botes de pegante sobre el mesón de trabajo. En su lugar, ahora observo en las paredes tus obras de fino trazo y otras en esbozos y detalles por terminar. Pero de forma tajante, no me encuentro con la figura espigada, elegante y amable de Adriana. Siento la ausencia de su saludo, el vacío de su sonrisa y la disposición siempre amistosa de su hospitalidad. Pareciera ser que la muerte se ensañara en borrar de nuestras retinas su imagen, sus andares, opiniones y pequeñas osadías cotidianas.
Sin embargo, después de saludar al master Chaparro, quien de forma metódica organiza y recupera la memoria de tu trayectoria, disponiendo las obras en el espacio; no tan solo para recordarte, sino también para intuir en los contenidos tus intereses temáticos, la filigrana de las diversas técnicas experimentales que acogiste durante tu exploración plástica como el tejido con hilos, el collage con papeles reciclados elaborados en tu taller como también tus reflexiones donde resalta una revisión de género alrededor del trasegar y legado histórico de la mujer.
Pilonieta fue parte de una generación de mujeres que empezaron a través de sus posturas críticas y acciones de vida a sacudirse de los convencionalismos y tradiciones de una sociedad imbuida en una realidad que oscilaba entre la parsimonia parroquial de una ciudad acorralada entre sus montañas y una urbe cambiante que se dirigía hacia un arrebatado desarrollo de crecimiento cultural, social y urbano.
En estas esferas sociales fue surgiendo una generación de mujeres que visualizaron nuevas perspectivas de vida para adentrarse en otras búsquedas y oficios. De tal forma, que la vida fue girando en torno a otros intereses existenciales con un profundo mirarse para dentro y entender que ser mujer, iba más allá de lo heredado e impuesto; todo ello sin descuidar, los compromisos familiares que ya para entonces tenías.
Recuerdo de aquellos años a Sonia Arias, bailarina y maestra de ballet, Aurora Bueno con su furor creativo, Esperanza Barroso mi maestra de dibujo en Dicas, Luz Elena Meza escultora de metales, Alma Monsalve pintora de la sensualidad femenina, Ena María Jiménez, cantaora de música caribeña, entre otras valiosas mujeres y un tiempo atrás, la señorita Lucila González primera directora del Museo de Arte Moderno de Bucaramanga, quien junto a su hermana Beatriz, visionaron un panorama cultural desde las Artes plásticas para la ciudad.
Y, vuelves a exponer y estar entre nosotros. Cada vez que muestren tus obras en diferentes escenarios y momentos estarás de regreso y que bueno volver a sentir tu existencia en el valor de tus huellas afectivas, humanas y creativas.
Así que regresa las veces que sea necesario para decirnos con tus obras: ¡aquí estoy¡ solo que ahora en una versión menos corpórea y material, una presencia sin palabras, excepto, las que César ha pronunciado y materializado como una semblanza de la artista que cultivabas.
Sí, otras maneras de presentarse y fluir entre las salas de exposición del Museo, mediante otras presencias y memorias materializadas entre imágenes, colores e ideas por descifrar o entender.
La memoria es una acción de volver tras lo acontecido, un perdurar entre los que mantienen vivo el recuerdo y en un juego travieso, hacerle trampas a la muerte que todo lo intenta relegar en el olvido y en ese devenir incesante, presentarte de nuevo revestida de envolturas sofisticadas mimetizadas en los contenidos imperecederos de tus obras.
       

WALTER GÓMEZ CÉSPEDES. Artista y gestor cultural. 

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